jueves, 21 de julio de 2011

Subnormales, subnormales everywhere...



Y es que precisamente en este instante me siento una auténtica subnormal integral.
¿La razón? Otra estupidez.
Acabo de terminar la cuarta temporada de Doctor Who, con "The end of time", capítulo en el cual nos despedimos del grande de David Tennant y nos encontramos con el nuevo doctor de Matt Smith.
Después de un final tan salado, mi primera reacción ha sido esta:










Luego no he podido evitar sentirme estúpidamente feliz: 










Sí, ya me entendéis, como cuando estás solo o con tu familia y de repente te acuerdas de alguna tontería o un chiste idiota y se te dibuja una sonrisa de memo de oreja a oreja.



Y eso también significa que he estado duchándome, cenando y escribiendo esto con cara de psicópata desequilibrada.
Y sí, he estado cenando con mis padres y mi hermano. Os imagináis la escena... ¬.¬

Con esto compruebo que además de que la naturaleza humana es estúpidamente fascinante, en los pequeños detalles y tonterías es donde podemos encontrar pequeños chispazos de felicidad.Una felicidad muy tontuna.

Pero felicidad al fin y al cabo.

Tenedlo en cuenta y no digáis que no os avisé.





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